El pasado 21 de junio nos reunimos no sé cuántos, puede que más de 30, en el Andén Sin Límite. Pudimos guisar algunas papitas negras con una cocina parabólica, y saborearlas con mojos que no sé quién trajo pero si sé que estaban riquísimos.
Estaba montada, y vimos de lejos, la parabólica de la foto.
Con ayuda de más infancia que adultos, medio construímos una cocina fonil a partir de 2 metros cuadrados de cartón.
De resto: no hubo sol suficiente; los calderos no eran oscuros; no había sombra; el sitio estaba lejos de electricidad, juguetes y baños; y no hubo ceremonia ni relojes ni video ni emociones compartidas. Por no funcionar, ni funcionó mi cocina cohete con USB.
La siguiente, no sé cuándo, será bastante mejor.
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