Hay partes del mundo que se están derrumbando de forma acelerada.
La economía no va a levantar cabeza. Acéptalo. Como mínimo, acéptalo como posibilidad. Creo que veremos una sucesión de brotes verdes y barranqueras en rápido descenso, durante no sé cuánto tiempo.
La ecología va a seguir devolviéndonos los golpes que le hemos dado. Sin animosidad, y sin una especial piedad. El clima hará lo que sea, y hará más daño en unos sitios que en otros, y a unas personas más que a otras.
La política, ese arte de repartirnos los recursos y las responsabilidades y las penalizaciones, seguirá tratando a la gente de manera desigual. Tras una oleada de matones con corbata vendrá otra, se vistan como se vistan, y habrá más sangre en los periodos de recambio. ¿Puedes imaginar mafias ecologistas, que obliguen a producir local a punta de pistola? Yo sí.
O no, claro, que también puede ser. :-)
Podemos construir a toda prisa, basándonos en lo vital para resolverlo limpiamente, y compartiendo las recetas para que cada cual pueda usar los ingredientes locales o fáciles de movilizar.
Podemos construir sistemas económicos que traten bien a la gente y que faciliten que la gente trate bien al ecosistema del que somos parte y que nos permite vivir. Y, si se te disparata la neurona, incluso, quién sabe, restaurar lo restaurable y dejar espacio para lo demás.
Podemos ignorar la política anterior y construir otra cosa, que difícilmente podemos imaginar, porque necesariamente tendrá características muy distintas de lo asumido.
Podemos afinar la tecnología básica, liberándola para liberarnos, dejar atrás la basura y tener máquinas heredables de generación en generación, que nos dejen tiempo para usar y generar recursos renovables como el tiempo y eso de reírse y cantar y observar y pintar.
Podemos estar abiertos a que los demás, y somos muchos en el planeta, incluyendo los recién nacidos, hagan cosas sorprendentes.
O no, que también puede ser.
Porque, probablemente, el futuro va a ser bastante revuelto.
De hecho, hace tiempo que empezó. ;-)
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