¿Y ahora qué?

Terminé de recibir un curso de lo más interesante, entregué mi trabajo de fin de curso, y recibí mi certificado en un escueto medio-folio. Puse mi nombre en la página web correspondiente, y el "profe" marcó como válido el hecho de que recibí el curso en cuestión.

Entre eso y muchas otras cosas que están pasando, tengo la sensación de que me aplastó un camión. O será el tiempo caluroso y húmedo que estamos teniendo en estas últimas semanas, que no me deja dormir de noche ni cansarme adecuadamente de día, y que me tiene deseando dormir pero sin tener verdadero sueño.

La tentación es ponerme a escribir. Hacer una lista con temas pendientes de revisar o de resumir, hacer para cada uno un mapa mental, y redactar el primero que esté maduro.

Pero me pueden las ganas de no hacer nada de eso. La novela, hasta el momento prácticamente 100% escrita por A, va tomando su propia forma - yo haría otra cosa, posiblemente para luego reutilizar partes de lo mío en lo suyo. Los maperos del sur siguen cartografiando el presente y, quién sabe, tal vez parte del futuro. Y yo sigo como una "tortuga virada".

Una tortuga plácidamente virada. Como los perros que presumen de abdomen al sol. Con un poco de esa incomodidad del "debería estar haciendo algo", pero esperando a que se me pase. #KeLeDen

(Pienso en hacer ejercicio físico vigoroso, pero sólo lo pienso muy de pasada. Veo el pensamiento porque me fijo mucho, pero vamos, que es una cosa infinitesimal.)

Podría dedicarme a jugar intensamente con el Ardour 3.4 (ahora que ya salió la 3.5, pero me da miedo tanta novedad). Podría berrear cuasi-paralelas musicales y divertirme sin dañar a nadie. Pero para eso tendría que mover el portátil a una esquina donde no haga sufrir a los demás con mis aullidos. De nuevo, ¡qué pereza!

Le dedico energía a mi trabajo de mañana, donde se están consiguiendo cosas (des)esperadas, con gran regocijo. No doy detalles, pero imagínate un sitio donde por fin se llega al siglo XX. Un sitio rodeado de siglo XXI por todas partes, y que se encamina al siglo que venga después, que nadie sabe cuál va a ser, igual que nadie sabe cuánto de lo que construimos hoy sobrevivirá a los (más que posibles) tsunamis de la historia más o menos inmediata.

Pero tengo el alma fuera, fuera de aquí, muy fuera de aquí. Y me parece que voy a dejarlo estar, de momento. ¿#CalmaPreTempestad?

No hay comentarios: