No es lo que estamos viendo.
Lo que estamos viendo es un conflicto - que va a peor - con partes que se atacan la una a la otra, que se amenazan, que tienen miedo de atacar, y que están atrapadas en un equilibrio de Nash.
Hay configuraciones estables más beneficiosas para todos, pero tendríamos que cambiar todos a la vez.
Por eso, la tentación es decir: "la hemos fastidiado; asúmelo y vamos a pensar qué haremos con los trozos".
La cuestión es que, si el conflicto sigue deteriorándose y si, hablando en plata, este país y otros nos "helenizamos", incluso para trabajar con los trozos tendremos que cooperar, y habrá procesos en marcha, heredados de la situación actual, que seguirán empeorando las cosas.
Me temo que no nos queda otra opción que cogerle el truco a la cooperación voluntaria a gran escala.
Sabemos hacerlo en pequeños grupos. En familias y tribus que comen de lo que cazan o cultivan. Probablemente todos nuestros mecanismos sociales están basados en lo que ha funcionado en ese tipo de hábitat. Por más que nos empeñemos, nuestra biología no nos permite tener dos mil amigos.
Me cuesta decir "la única salida", pero creo que es la única salida, o al menos la única que veo ...
La única salida que veo es la estigmergia. Cooperar en torno a las señales locales, y creando (y haciendo crecer con el uso) sistemas que faciliten el uso de esas señales.
Un ejemplo es el software libre, y la wikipedia. (Que por cierto "ahí andan".) La idea es que localmente ves que es posible contribuir, y contribuyes. Como es de todos, es de todos. El genio está en definir unas reglas del juego y abrir el espacio a la colaboración.
Una imagen que tengo en mente desde hace tiempo es la de varias personas empujando un coche para arrancarlo cuesta abajo. Tú empujas por allí y yo por aquí. Una tercera persona lleva el volante. El de la acera nos dice que nos estamos pegando demasiado a la derecha (perdón) o a la izquierda (usted disculpe).
Nos comunicamos por el aire, y tenemos un objetivo común. Como hay un objetivo común, a veces no hacen falta palabras: ves un hueco, te miras las manos, y empujas.
La sociedad, ¿no son millones de coches esperando que empujemos?
Sí, claro. Pero antes hay que apagar la tele. Y hablar con los de cerca.
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