2012

Hemos llegado a ser siete mil millones de personas. Con nuestro número, aumentan también nuestro consumo, nuestra interconexión, y muchas más cosas.

Personalmente, he dedicado muchas horas de lo que llevamos de 2012 a ordenar mis objetos físicos, tirar una buena parte, abrir camino hacia lo poco que tiene interés real en este momento, y liberando espacio.

El ideal de tenerlo todo en una mochila está lejos, pero me voy acercando. ¿Has visto esas películas norteamericanas en las que, cuando un personaje se va o lo echan de la oficina, se lleva sólo una caja de cartón de la que sobresalen un marco con una foto, una planta y una grapadora? Pues a eso me gustaría tender.

Los riesgos globales (1 y 2) persisten o empeoran, y no tengo claro que las mejoras (que también las hay, desde RMI hasta OSE pasando por, seguro, muchas otras) lleguen a tiempo de ahorrarnos toda la incomodidad. "Incomodidad" que, para muchos en todo el planeta, ya es bastante más que eso.

Así que estoy intentando aligerar. Físicamente, con mis "objetos personales". Profesionalmente, rutinizando lo que puedo para poder crecer en las direcciones que se vayan haciendo necesarias. En cuanto a los proyectos, para poder hacer crecer algunos que llevan empantanados demasiado tiempo.

Por ejemplo, esto de Imagina Canarias.

Tengo varias herramientas (página, wiki, y más) alojadas en GoDaddy, empresa que lamentablemente parece apoyar la maldita SOPA de las narices. No sé si aprender a usar lo que tengo o si debería realojarme en otro sitio, tal vez con más prestaciones y con más facilidad de uso.

Tengo capacidad de usar video y recursos parecidos. Lo que quiero es que el taller sea fluido para poder pasar de las ideas a la realización en poco tiempo.

Tengo ideas a medio cocinar, y necesito reflexionar sobre cómo llevarlas a cabo con otras personas, para entre todos conseguir algún efecto que merezca la pena.

Puede que el desarrollo de dichas ideas requiera cooperación. Pero puede, también, que requiera una cierta "violencia", en el sentido de que a veces lo mejor que puedes hacer es señalar los puntos débiles de los supuestos revolucionarios, para dejar bien claro que no son lo suficientemente revolucionarios.

Primero limpiar, luego afilar. ¡Y el mundo no se para!

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