Los que hayan leído algo de esta bitácora habrán observado que me interesa la producción alimentaria.
Pensando sólo en Canarias, creo que sería perfectamente posible que produjésemos un porcentaje mayor de lo que comemos. Me intriga que no lo hagamos y me gustaría explorar cómo podría ser. E incluso he pensado qué comeríamos exactamente si de repente se cortase el suministro exterior.
Pensando en el conjunto del planeta, la cosa se vuelve aún más interesante ...
Dicen que la producción alimentaria planetaria depende del petróleo, y ya hasta el ministerio de defensa de Estados Unidos admite que nos veremos abocados a un desajuste entre la oferta y la demanda, en términos que hacen pensar si no tendrán razón los del "pico del petróleo".
Naturalmente, del petróleo depende no sólo la producción, porque los fertilizantes y los pesticidas más habituales están basados en combustibles fósiles. Hay que contar también con el transporte de semillas, agua, y la comida, que necesita combustible. Y con el procesamiento y almacenamiento de los alimentos, porque la electricidad de fábricas, camiones, neveras y cocinas también depende en general de combustibles fósiles. Finalmente, en el caso de Canarias, hasta la propia potabilización del agua requiere energía que viene de donde viene.
El petróleo tiene límites físicos, porque hay lo que hay. Tiene límites económicos, porque si sube de precio muchos no pueden comprarlo y si baja de precio entonces a los buscadores no les compensa invertir en maquinaria. Y es una porquería medioambiental como estamos viendo de forma crónica y aguda.
Mi sospecha es que cuando se nos haya acabado la luna de "miel"(da) con el petróleo, que ha durado desde que pinchabas y salía a chorro, y terminará cuando termine, miraremos atrás y nos sorprenderemos. ¡Qué asco lo del petróleo! ¡Éramos unos atrasados!
Así que podemos intentar imaginar primero, y construir después, un ecosistema más variado, en el que haya producción globalizada pero también una mayor proporción de producción localizada.
Esa producción localizada podría tener varias características deseables.
En primer lugar, debe ser rentable económicamente. Lo de la economía tiene su miga ...
1) Podríamos explorar lo de las monedas complementarias para favorecer la producción local, con monedas que sólo valgan localmente así que no te sirven para comprar cosas de fuera.
¡Alto ahí!, dirán los de la globalización. ¡Introducir esas monedas es "proteccionismo" y va contra la libre competencia que hace que los mercados se ajusten solos!
Claro, y tener únicamente monedas globales es proteccionismo de lo global. Por eso deberían coexistir ambas monedas, euros y caneuros. Para que no haya una desprotección dañina de lo local.
2) Pero es que, para que sea rentable, los insumos deben ser baratos. Ahí podemos aprender de la gente de "Salir de la Pobreza".
Y de los que desarrollan tecnología "apropiada" (y apropiable), como esta incubadora de código abierto, o este tractor modular (también de código abierto)
3) Podemos también usar tecnologías "cool" ("chachi"), si queremos y si nos viene bien, para acabar teniendo agricultura mecanizada. Entre otras cosas, para no doblar la espalda.
Nota: eso es algo que me intriga. Cómo "micro-mecanizar", para poder mecanizar terrenitos pequeños, que son posiblemente más abundantes que los terrenos grandes.
4) Y debemos tener planes de negocio innovadores. No innovadores "porque sí", sino porque sean prácticos y convenientes.
Luego está el tema que da título a esta entrada: las "fronteras".
Visto desde una perspectiva sistémica, la comida puede llegar a nuestra mesa desde el nivel familiar ("cultivas perejil"), municipal ("mercadillo del agricultor"), insular o regional ("compre productos canarios"), y nacional o internacional (que en nuestro caso no tiene mucha diferencia, dadas las distancias).
Que todo sea muy local es complicado.
Históricamente ha sido la opción por defecto. Para hacerlo hoy en día, tendríamos que cambiar, y eso es una lata.
Que todo sea muy global tiene - frente a las innegables ventajas de tener de todo, todo el año, a la distancia del paseo al supermercado - algunos peligros: el petróleo que se vuelva escaso o caro, un volcan que se vuelva un tosedor crónico, una posible pandemia grave que rompa el transporte, problemas geopolíticos diversos, etc.
El problema de la globalización, aparte de lo que mancha el petróleo, es la desglobalización más o menos brusca. ¿Como cuando un coche choca con un árbol y los pasajeros sufren una desaceleración brusca? Igualito.
Yo creo que no hay que elegir entre local y global. Creo que tendremos de todo. Para lo cuál hay que reintroducir lo local, o más bien introducirlo de formas novedosas e inteligentes.
Tendremos fronteras de varios tipos:
1) fronteras porosas entre los recursos materiales, con más o menos fricción dependiendo de lo bien que funcione la globalización en cada momento.
2) fronteras inexistentes entre las ideas y los diseños abiertos, salvo - y no sé en qué medida esto es un problema - lo de la traducción.
3) fronteras intelectuales y culturales respecto al cambio. Esas hay que hablarlas.
Arriba hay algunas pistas, y a tí seguro que se te ocurren más. ¿Compartimos ideas y posibilidades? ¿Cómo lo ves?
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